1Cor 1:23

...pero nosotros predicamos

a Cristo crucificado...

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Usulután.

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No hay otra cosa mas llamativa para la Iglesia que la Predicación
No hay otra cosa mas llamativa para la Iglesia que la Predicación

Momentos del 2011

Testimonio de Howard Hendricks "Mi recuerdo de Walter"

 

"El me enseñó a ser un hombre. Cuando era niño, alguien sugirió que yo fuera a una escuela dominical cerca de mi casa. Fui, pero no me entusiasmaba mucho. Se realizaba en una casa y, a mi parecer, no era una iglesia. De hecho, nunca hubiese vuelto si no fuera por una cosa: había un hombre que se llamaba Walter. Él me quería tanto a mí como a los otros doce chicos de la clase. Guardo memorias vividas de esas clases. Walter medía alrededor de 1.90 m y calzaba el número 47.Tengo la imagen de nosotros, los varones, sentados alrededor de él, observando sus zapatos.
El nunca tuvo problemas de disciplina con nosotros. Mirábamos los zapatos y pensábamos qué sería de ellos si alguna vez uno se desprendiera. Walter influyó en guiarme a conocer a Jesucristo. Lo sorprendente es que de esos trece niños, once de nosotros estamos trabajando a tiempo completo para el Señor. Walter solamente había cursado la escuela primaria, pero vivía la vida de Jesucristo y era idóneo para comunicarla.
Las lecciones de la escuela dominical eran como las tareas de la escuela y esto era un problema para mí, ya que la escuela y yo nunca fuimos hechos el uno para el otro. En la escuela sentía que mi rol principal era causar un caos. Por lo tanto, antes de que entrara la maestra, yo siempre me ocupaba de conseguirlo. Aún recuerdo a una maestra que entró, me miró y dijo: «Tengo la respuesta a tu problema, jovencito». Sacó una soga bien gruesa, me ató al asiento, tomó papel engomado, cubrió toda mi boca y dijo: «Si esto no es suficiente, tengo una soga aún más larga».
Nunca me olvidé de esa maestra y estaba seguro de que ella tampoco se había olvidado de mí. Hace algún tiempo oí decir que se jubilaba y fui a visitarla. Le dije: «¿Qué tal señorita Simón? Soy Howard Hendricks».
Ella respondió: «No, no puede ser».
Le dije: «Sí señora, el mismo».
Dijo: «No puede ser. Deberías estar en un reformatorio, donde yo predije que irías».
La verdad es que ella predijo que cinco de los jóvenes irían a la prisión y tres de ellos efectivamente fueron. Los dos restantes fuimos ganados para Cristo por el mismo maestro de escuela dominical, Walter. Él no sólo empleó su tiempo en enseñarnos, sino que también nos quería y lo hacía en tal forma que, sin darnos cuenta, le obedecíamos. Es ése el modo en que muchos hombres hoy en día deberían de emplear su tiempo con los jóvenes.
Al llegar a la adolescencia me olvidé de Walter. Para ese entonces lo que más me atraía era un tambor. Había tocado el tambor en la banda de los Niños Exploradores. Finalmente conseguí un juego completo de tambores, para disgusto de todo el vecindario. A veces tocaba de seis a ocho horas por día. Luego me enteré acerca de un baterista famoso y talentoso que tocaba como un loco. ¡Era tremendo! Mi ídolo. Yo practicaba por horas para llegar a ser como él. Observaba cada movimiento que hacía para imitarlo. Finalmente, un día él organizó una competencia. Trabajé hasta el cansancio, ya que el primer premio era recibir enseñanza personal de ese baterista profesional.
Gané, pero fue la desilusión más grande que tuve en mi vida. Cuando me llevaron a su camarín para ser presentado, descubrí que se estaba inyectando con una jeringa hipodérmica. ¡Era un drogadicto! La razón por la cual podía tocar casi como un superhombre era que lo hacía bajo el poder de la droga. Aún recuerdo cómo salí de ese teatro; mi ídolo se había venido abajo estrepitosamente.
Me dije: «Lo que le pasa a él no tiene por qué pasarme a mí. Voy a llegar a la cima, pero sin drogas». Me esmeré mucho. Un día la banda de adolescentes más fogosa de la ciudad tenía una vacante para un baterista y me tomaron a mí. Esto era llegar alto; todavía recuerdo cuando tocaba de un salón de fiestas a otro hasta la madrugada. Yo pensaba: «Esto sí es vida». Pero cuanto más alto llegaba, más infeliz era.
Una noche, solitario, recuerdo haber subido las escaleras del departamento de mi abuela. Durante años ella había orado pacientemente y me había demostrado lo que era vivir la vida de Jesucristo. Mi abuela era sorda, por lo tanto, cuando oraba lo hacía fuerte, no para tratar de impresionar a la gente, sino porque no pensaba que la podían escuchar. Aún recuerdo oírla decir vez tras vez: «Howard, Howard, Howard». Oraba por mí. Me tiré sobre la cama esa noche diciendo: «Hendricks, ¿cómo puedes ser tan tonto? Lo que estás buscando, la verdad, es lo que tu abuela posee. Esto es lo que Walter vivía».
o mucho tiempo después, en una conferencia de jóvenes, comprendí firmemente cuál era la voluntad de Dios para mi vida. Posteriormente me inscribí en una universidad cristiana, luego fui al seminario y a un número de ministerios, incluyendo un pastorado y la enseñanza en un seminario muy conocido. Cuando miro atrás, reconozco que el punto crucial giró alrededor de ese hombre en mi vida: Walter. Cuando descubrí que Dios tenía un plan para mí, comencé a vivir y a multiplicar mi ministerio a través de las vidas de otras personas, y todo se debe a que un hombre se interesó en unos muchachos."

 

Un Sermón que tienes que ver.

Evangelismo Estilo Puritano

Confiemos en la predicación. La más grande necesidad en el mundo hoy no es comida, ayuda social o consejería, sino el retorno a una predicación poderosa que presente fielmente la verdad con el vigor, el denuedo y la unción del Espíritu. Esa es la predicación que el mundo necesita.
Vivimos en una época que enfatiza el evangelismo mundial, pero si hemos de hablar de evangelismo bíblico, los puritanos tienen bastante que enseñarnos.
Muchos, al saber que los puritanos eran calvinistas y creían que el hombre es incapaz de arrepentirse por sí mismo, que Dios predestina a los que han de ser salvos y que Cristo vino a morir sólo por sus elegidos, piensan que ellos no evangelizaban. Ellos se imaginan que estas doctrinas los restringían y hacía sus predicaciones contradictorias. Pero, ¿era así? La respuesta es no. ¿Por qué? porque ellos imitaban a los apóstoles, y como ellos, veían la predicación desde una perspectiva evangelística.


Para los puritanos, la predicación era el método de Dios para salvar a los incrédulos y hacer crecer la iglesia, ya que, es Dios quien añade cada día los que han de ser salvos y están preordenados para vida eterna. De modo que en mayor o menor grado, consideraban que la predicación no sólo tenía que proclamar todo el consejo de Dios sino debía ser evangelística. Por eso su predicación era tanto doctrinal como evangelística.

Los puritanos entendían que las buenas nuevas de salvación no son una formula simplista. Para ellos el evangelio de Cristo no estaba divorciado del resto de la revelación plena de las Escrituras. Y esa revelación plena a la que llamamos “La Palabra” siempre es evangelística, ya sea explícita o implícitamente.
Al hablar de predicación evangelística los puritanos se referían una predicación que incluye un llamado a volverse a Dios en arrepentimiento y fe. Su concepto de la predicación era que debía ser hecha de forma que “la gente sienta que la Palabra de Dios es viva y poderosa, y que si hay algún incrédulo entre los oyentes, la Palabra haga manifiestos los secretos de su corazón y le haga dar gloria a Dios.”
Los puritanos no solamente presentaban el evangelio; ellos lo ofrecían, implorando, razonando, urgiendo y apelando a todas las facultades del pecador. Su predicación iba dirigida a la totalidad del ser de sus oyentes—mente, corazón, conciencia, memoria y voluntad. Si eso no les funcionaba, no tenían más a que recurrir, no utilizaban métodos humanos o estrategias de hombres. No le pedían a nadie que levantara la mano, que pasara al frente o que firmara una tarjeta de decisión como se hace hoy día. La predicación era suprema para ellos pues la veían como el medio por el cual Dios regenera al pecador.
Así que ellos no veían ni usaban más estrategia que predicar y orar. Es por eso que eran predicadores poderosos.
Es cierto que las doctrinas calvinistas mal manejadas pueden conducir a la falsa idea del hipercalvinismo que afirma que el ofrecer abiertamente el evangelio a todos los hombres contradice la soberanía de Dios. Según los hiper-calvinistas, esto no se debe hacer pues el evangelio es sólo para los elegidos, los cuales, tarde o temprano, van a ser salvos soberanamente. Los puritanos (con pocas excepciones) no cayeron en ese error.
También está la falsa idea del arminianismo, que afirma que el hombre es capaz de creer por sí mismo, si no fuera así, Dios no le pediría que creyera. Según los arminianos, no es Dios sino el pecador quien decide si éste ha de ser salvo o no; y por eso los predicadores no deben limitarse sólo a la predicación sino deben usar todo tipo de tácticas y estrategias para convencer al pecador.
Los puritanos rechazaron y combatieron esta idea.
Su secreto estaba en que fueron consistentes en enfatizar la responsabilidad humana junto con la soberanía divina sin tratar de racionalizar cada pequeño detalle. Ellos entendían el concepto bíblico de que la regeneración precede a la fe, o sea que para que el pecador crea tiene que nacer de nuevo por la Palabra y el Espíritu. Por eso es que nunca llevaban registros y estadísticas de los que “aceptaban a Cristo,” como se hace hoy.
Su meta era ver hombres convertidos, que se comprometieran con Dios, su Palabra y la iglesia. No conocían la idea de “cristianos carnales” ni consideraban cristiano a cualquiera que iba a la iglesia y se comprometía a medias. Ese tipo de “cristianos” no se veían en sus iglesias.
Su predicación era una poderosa apelación al hombre total para que al nacer de nuevo se convirtiera, creyera y se entregara a Cristo totalmente. Si eso fallaba, lo demás no lograría más que una decisión temporal que engañaría a la gente haciéndole creer que era salva sin haber sido regenerada.
Es esencial que contendamos por la verdad sin descuidar ninguno de sus aspectos. Dios es soberano pero el hombre es responsable, y si estas verdades se predican fielmente, Dios nos honrará.
Vemos pues que la predicación es tan vital y suprema porque es el método divino para alcanzar y regenerar a los pecadores. No nos atrevamos a menospreciarla. Oremos por nuestros predicadores, para que sean como los puritanos en su pasión por Dios, por la predicación y por la salvación de los incrédulos.
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...el Sermón predicado el Domingo 2 de Septiembre, 1855

¿Qué es un Calvinista?

“Si alguno me pregunta qué es un Calvinista, respondería, “Es aquel que dice, la Salvación es del Señor.” No puedo encontrar en las Escrituras otra doctrina. Es la esencia de la Biblia. “Solo El es mi roca y mi salvación.” Decidme algo contrario a esta verdad, y será una herejía; decidme una herejía, y econtraré su esencia aquí, que se ha apartado de esta verdad de roca fundamental, “Dios es mi roca y mi salvación.” ¿Cuál es la herejía de Roma, sino el haber añadido algo a los méritos perfectos de Cristo Jesús en las obras de la carne, para asistir en nuestra justificación? Y ¿Cuál es la herejía del Arminianismo sino el agregar algo a la obra del Redentor? Cada herejía, traída a análisis, se descubrirá aquí.

Tengo mi propia opinión de que no hay cosa tal como predicar a Cristo y a Este crucificado, a menos que prediquemos lo que ahora llaman “Calvinismo”. Es un sobrenombre llamarlo Calvinismo; Calvinismo es el evangelio, y nada más. No creo que podamos predicar el evangelio, si no predicamos la justificación por fe, sin obras; a menos que prediquemos la soberanía de Dios en su dispensación de gracia; a menos que exaltemos el inmutable, eterno y elector amor de Jehová; ni creo que podamos predicar el evangelio, a menos que lo basemos en la especial y particular redención de Su pueblo elegido y escogido que Cristo cargó sobre la cruz, ni puedo abrazar un evangelio que deje a los santos caer después de ser llamados, y que permite a los hijos de Dios quemarse en el fuego de la condenación después de haber creído en Jesús. Tal evangelio repudio.”

“Para mí, el “calvinismo” es poner al Dios eterno al principio de todas las cosas. Miro todas las cosas desde la perspectiva de la gloria de Dios. Veo a Dios primero, y al hombre después… Hermanos si vivimos en amistad con Dios, sí nos place escucharle decir, “Yo soy Dios, y no hay más”

Charles Haddon Spurgeon (Pastor Bautista)

Acerca de la ilustración: Un fiel hermano y seguidor de Jesucristo, Dirk Willems, vivió por el mandamiento de “Amad a vuestros enemigos, (…) haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que (…) os persiguen” (Mateo 5.44).
Las autoridades holandesas ordenaron la captura de este hermano anabaptista en 1569. Cuando Dirk vio al cazador de  recompensas, él  trató de escapar al cruzar el río congelado. Cuando el cazador de recompensas trató de cruzar el río, persiguiendo a Dirk, el hielo se partió y él cayó en el agua fría. Al ver que su perseguidor casi se ahogaba, Dirk regresó y  lo rescató del agua helada. El cazador de recompensas, conmovido profundamente por esta demostración de amor, quiso dejarlo que se fuera libre. Pero desde la otra orilla el burgomaestre le ordenó que capturara a Dirk.
Después de varias semanas, cuando llegó el día de la ejecución de Dirk, un fuerte viento del oriente sopló sobre la llanura. Dirk estaba atado en la hoguera para ser quemado vivo, pero a causa del viento el fuego fue apartado de la parte de arriba de su cuerpo. Él sufrió terriblemente mientras las llamas le quemaban sus piernas. En el pueblo cercano de Leerdam, las personas lo escucharon exclamar
más de setenta veces: “¡Oh, mi Señor, mi Dios!”
Finalmente, el juez, desde su caballo, le dijo al verdugo: “Despacha al hombre con una muerte rápida”.
Dirk  soportó  fielmente  este  último  sufrimiento  de  su  vida  y  de  seguro  ha recibido la corona de la gloria eterna.